De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país.
Anónimo contemporáneo.
En Aprendiendo de las drogas: usos y abusos, prejuicios y desafíos (1995), de Antonio Escohotado.